El cielo... complice silencioso de todos mis atracones solitarios, de mis vómitos, de todos esos cigarrillos en el balcón, de todos y cada uno de esos mareos que me hacen sentir tan bien, siempre flotando... y observarlo serenamente, agradeciendole cada instante vivido y todos los que aún quedan por vivir, y el mostrarnos la belleza de las estrellas, el sol y la luna...en ocasiones feliz por todo eso y otras decepcionada y deprimida por cualquier otra tontería, y pensar en la estupidez de la mente humana, en concreto de la mía... y saber que igual estoy equivocada, que la vida y el mundo no se resume a eso por lo que yo tantas veces sufro y que es ridículo emplear todo mi tiempo y esfuerzo en algo que quizás tampoco me vaya a dar la felicidad... y aún sabiendo todo ésto, seguir... sin saber muy bien por qué... sin importarme demasiado el por qué... víctima de una sociedad hipócrita, culpable de una vida monótona...

lunes, 21 de enero de 2013

sentimientos en el aire.

Y sin poderlo evitar, siento como mis ojos se van empapando, miro hacia los lados para asegurarme de que nadie me ve y vuelvo a agachar la cabeza, una lágrima resbala por el lóbulo derecho y cae sobre el cuaderno, haciendo que se corra alguna de las palabras escritas con tinta azul, y de fondo un suave murmullo al que ya no soy capaz de atender, algunos comentan una anécdota del día anterior, otros ríen despreocupados por un mal chiste y otros pocos atienden las explicaciones de la profesora, y de mientras yo me ahogo en mi mar de preocupaciones y desilusiones, en unos anhelos que están lejos de ser cumplidos... y parezco invisible, parece que mis pesares son imperceptibles para el resto de ojos que me rodean... pero eso de alguna forma me alivia, me hace sentir bien, libre al fin y al cabo...

Anclada a un pasado inexistente.

y retrocedo unos pocos meses, anclada a ese pasado del que, por mucho que lo intento, no consigo deshacerme... y pensar que siempre va a permanecer allí, ocupando un pequeño hueco en mi memoria que para nada se merece... recordar con cierta nostalgia, con una angustia que roza la estupidez, con unos ideales demasiado próximos a la hipocresía, con la incoherente idea de que algún día, viviré alguna experiencia que sustituirá esos malditos recuerdos.